Su padre, EL Gran Emperador del Sur no sabía que hacer para animarla. Preparó una gran fiesta en su honor, con ricos manajares traídos de todos los rincones del mundo, contrató malabaristas y saltimbanquis, tragafuegos y hasta un mago.
La fiesta duró siete dias y seis noches. Pero la princesa seguía triste.
Como nada animaba a la pequeña Yuki, el Gran Emperador mandó llamar a su consejo de sabios y les dijo:
- Tenéis que conseguir que mi pequeña vuelva a reir y si no os despediré.
El consejo de sabios se reunió y dió la solución al emperador:
- Debes pedir a todas las niñas de la edad de
Yuki que traigan los juguetes más maravillosos que tengan. Así ella volverá a ser feliz, ya que es la única niña en el palacio.
- Pero si ya tiene muchos juguetes; dijo el emperador.
- Pero estos juguetes vendrán acompañados de niñas de todo el reino que vendran a jugar con la princesa.
- Está bien, por probar no pasa nada.
Tuvieron que pasar semanas hasta que llegaron empezaron a llegar niñas con sus juguetes.
La primera en llegar fue Nana
- Princesa Yuki, este es mi regalo. Un abanico mágico, si te das aire con elte harás invisible. Para mi es muy valioso ya que me lo regaló mi abuelo., espero que te haga feliz
- Oh!gracias, pero no pudo aceptarlo. Este abanico no me hará feliz.
Pocos dias después llegaron dos niñas más con sus regalos.
- Querida princesita, estos parasoles te permitirán volar adonde tu deseesA lo que la niña contestó:- No puedo aceptarlo, volar no me haría feliz.
Los dias pasaban y nuevas niñas llegaban al palacio con sus juguetes más queridos
Yoki recibió muchos regalos:
Unas sandalias de 7 leguas:
Una libélula cantarina:
Un juego de té hecho con piedras preciosas:
Pero nada la hacía feliz. Las niñas, tal como llegaban se marchaban
Llegó el invierno y cada vez pasaban por palacio menos niñas.
Una tarde de enero, después de una gran nevada llegaron 2 niñas muy cargadas
Su regaló maravillo a la pequeña princesa
No era precisamente hermoso, ni tenía valor. Más bien era un viejo mueble casi roto pero...
Si la princesa escribía un deseo y lo guardaba en uno de los cajones, su deseo se cumpliría.
La niña salió corriendo en busca de su pluma y el pergamino y escribió:
- Quiero que mi padre pase más tiempo jugando conmigo.
Lo guardó y esperó feliz a que su deseo se cumpliese. Y así fue.
Ni un consejo de sabios, ni los mejores juguetes y fiestas podían alegrar a la pequeña. Algo tan simple como ser escuchada y querida fue suficiente para devolver la felicidad a la princesa.
Colorín colorado, este cuento ha acabado
